martes, 9 de septiembre de 2008

¿Eres escritor?

En Lindao, hermosa ciudad alemana, nos obligaron a bajar. Un grupo de peruanos buscaba acercarse a esta Europa indiferente, que mostraba su rostro cauteloso ante la presencia de angustiados latinos. El policía nos acomodó en la vereda, dejándonos frente a la puerta de su oficina. A pesar del poco sol que nos llegaba, nuestra ropa delgada se iba congelando. La más anciana del grupo empezó a temblar. No sabía si era por miedo o por el frío. Su hija hizo la señal de la cruz y antes de ser llevada ante la presencia del jefe de policía sacó la Biblia y empezó a repetir en voz alta mientras iba dando pasos cortos: "No debo nada, no temo nada".Perdimos el tren que nos traía de Praga. Vi al jefe de policía: sus bigotes me avergonzaron. Me sentí hermoso, ufano de ser como era. Rebuscó entre mis pertenencias y encontró mis viejos manuscritos: cuentos para ser corregidos, novelas sin terminar, recortes de periódicos, cartas para los amigos y documentos de identificación.Me volvió a mirar y a través de unas señas que comprendí bien, empecé a desnudarme. Claro que me sentía orgulloso de ser peruano. Aún así estaba desnudo en la estación de Lindao, estudiado por un maldito policía, sin tener piedad de mi, que me iba congelando de frío y empezaba a castañear los dientes. De pronto sonrió. ¿Eres escritor?, preguntó en un español mal hablado, mostrándome mis apuntes.Entonces yo también sonreí. Cambió su rostro, y haciendo señas me obligó a vestirme. ¡Escritor!, repetía y balanceaba mis apuntes. Al poco rato estuvimos cogiendo el siguiente tren que nos llevaría a Suiza. Pero esa es otra historia...

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